miércoles, 17 de marzo de 2010
Capitulo 34
Guillermo está hablando por teléfono con su amigo Enrique.
--¿cuando vuelves? te necesito... Me está pasando de todo...
--Lo siento tío pero ahora no puedo... Creo que tardaré tiempo en volver...
La voz de Enrique suena angustiada:
--¡No me puedes hacer eso, eres como mi hermano...¡
La pequeña Diana empieza a llorar, Guillermo hace un movimiento con el cuerpo para mecerla y la bebita se calla.
--¿qué era eso? --pregunta Enrique.
--Mi hija... --dice el otro emocionado.
Enrique no da crédito a lo que oye.
--¿¿qué?
--¿no has oído nadie en el puerto que me esté buscando?
--¡¡claro que no...¡¡¿¿porqué te deberían estar buscando?
--el marido de Silvia la quiso matar, estoy huyendo con ella y su hija...
--¿¿en que lio te has metido...?? –Enrique preocupado.
Guillermo sonríe enamorado:
--en el más maravilloso de mi vida...
--No puedes huir. Si es cierto que a Silvia el marido la quiso matar yo puedo ayudarte... Lo mejor es denunciarlo...
--perdona tío pero en estos casos la justicia casi siempre llega tarde...
--Mi madre tiene muchos contactos... Ella os puede ayudar...
--mejor no... sólo quería que sepas que estoy bien. No creo que vuelva a llamar, a Silvia no le gustará. Tiene demasiado miedo...
--¿pero donde estás?¿¿qué vas a hacer?
--perdona amigo pero cuanto menos sepas mejor...
Pese a que Enrique tiene mil y una preguntas que hacerle pero Guillermo le cuelga. Mira algunas cosas que necesita antes de volver con Sara. La supuesta Silvia no ha podido con la tentación de hojear una de las llamadas revistas del corazón. Hay una foto de su hermano que la impresiona mucho. En la que se ve un primer plano de su rostro lleno de dolor ante "su" ataúd. Se siente muy culpable. Siente remordimientos de estar engañándolo, de que él sufra cuando ella no parece que huya sino que está de vacaciones, de luna de miel. Se le pasa por la cabeza la posibilidad de llamarlo. A lo lejos ve acercarse a Guillermo. Él sonríe enamorado. Ella suspira fascinada. No quiere hacer nada que ponga en peligro lo que está viviendo. Sin saber que es el mejor amigo de su marido, Sara está segura que Guillermo no le perdonaría el engaño, saber que es la Princesa de Ascot. Deja la revista con las otras. Y se acerca a él. Lo abraza. Lo besa en el labio aunque ligeramente.
--¿te pasa algo? --pregunta él.
Ella le acaricia la mejilla fascinada:
--que te quiero mucho...
Guillermo la mira embobado, acerca sus labios a los de ella en busca de otro beso más apasionado. A Sara le gusta Guillermo pero aún no está preparada para más. Se cuelga del brazo:
--¿nos vamos?
--si claro...
Sara quiere llevarlo del lado contrario a donde estás las revistas, pero Guillermo va por ese lado:
--quiero mirar algo...
Ahora que le ha colgado Guillermo siente curiosidad por saber lo que le pasa a su amigo:
--si es algo grave seguro que sale en alguna revista --piensa.
Guillermo se acerca a mirar una revista. Se queda de piedra al saber que murió la esposa de su amigo.
--¿¿¡viste esto? ¡¡Que horror¡ ¡¿¿qué le pasaría?
Sara está pálida. Guillermo va a hojear una de las revistas. Sara está segura que en alguna página estará su foto. Se asusta. No sabe cómo impedir que ese chico descubra su secreto. No lo planea. De los nervios al ver que el hombre va a abrir la revista se derrumba en sus brazos. Guillermo se angustia:
--mi amor... ¡¡mi amor¡¡
En seguida la auxilian. Sara abre los ojos en brazos de Guillermo. Tiene miedo que él ya haya descubierto la verdad y la deje pero Guillermo la trata con mucho cariño:
--¿que pasó, mi amor?
--Un mareo...
--¿no será que encargaron el hermanito? --dice la dependienta con una sonrisa.
Guillermo mira a Sara con una mirada pícara, hace que no con la cabeza. Luego con tristeza susurra:
--que más quisiera yo.
Le ofrecen una silla pero ella se quiere ir.
--¿será que podemos volver al barco?
--¿estás segura?
Guillermo la trata tan bien como siempre por lo que ella supone que no ha visto las revistas y quiere alejarlo de ellas. Piensa que en las próximas veces tendrá la precaución de alejarlo de lugares de ventas de revistas pero por el momento quiere regresar al barco.
--si, por favor...
Con mucho amor, Guillermo ayuda a su amada a caminar. Un empleado le ayuda colocándole las bolsas en la mano que le queda libre al chico. Así regresan al puerto donde está anclado el barco del guapo chico. Guillermo deja las cosas en cubierta y ayuda a su amada a ir al camarote. Quiere ayudarla a acostarse. Luego él deja a la pequeña en la cunita que le compró. Besa a la pequeña, luego se sienta en la cama de la chica. Le da un beso en la frente:
--te dejaré sola para que duermas... aún es pronto. Así que nos quedamos hasta que te sientas mejor... No quiero que naveguemos si te sientes mal.
Guillermo se iba a levantar pero ella le agarra de la mano:
--no te vayas. No me dejes sola... --dice ella con angustia.
Guillermo la mira feliz:
--¿seguro?
--quédate conmigo... almenos hasta que me duerma...
Guillermo la besa en la mano con mucho amor. Los dos se miran de una forma intensa. No se dicen nada. Después de un momento de silencio ella nota que él tiene la mira perdida, como preocupada. Tiene miedo que esté sospechando quien es en realidad.
--¿¿te ocurre algo?
Él no contesta. Ella le acaricia la cabeza:
--¿¿qué ocurre?
Él no escucha sus palabras pero sí siente su dulce caricia que goza con intensidad. La mira y sonríe.
--¿en que tanto pensabas?
--No me hagas caso... –Guillermo.
--No me gusta que me ocultes cosas...
La sonrisa de Guillermo es muy seductora y contagiosa. A ella la calma, sonrie.
--Me encanta cuando sonríes --dice él.
--Es gracias a ti... sin contar a mi hija eres lo mejor que me ha pasado...
Guillermo siente una punzada en su corazón. La ama, quiere besarla. Acerca sus labios a los de ella. Y ella espera ese beso. Aunque tiene miedo no está segura que lo vaya a rechazar. Él se da cuenta del miedo de ella, pero no de su deseo, del gran cariño que día a día siente por él. Se levanta para no besarla.
--mejor me voy...
--¿estás enojado conmigo?
Él sonríe. En cuclillas la acaricia:
--en todo caso tú tienes que estás enojada conmigo... Soy algo pesado...
Sara lo mira fascinada, le acaricia la cabeza a la vez que acerca sus labios a los de él. Él que cierra los ojos gozando de la caricia, disfrutando de ese beso. Sara siente ganas de besarlo pero tiene miedo que complicar las cosas, de meterse en algo de lo que luego no pueda salir, de que Guillermo se quede con una imagen equivocada de ella. Lo besa muy cerca del labio. Aunque él esperaba algo más disfruta de ese beso que ha nacido desde el cariño.
--mejor me voy, descansa --dice él con una sonrisa.
Ella lo acaricia en la mejilla:
--te quiero mucho...
Guillermo hace que si con la cabeza y se va. Sara está aturdida por lo mucho que le está gustando su compañero de viaje. Se levanta y se acerca a su hija:
--¿qué hago, mi niña?¿me dejo llevar? ¿y si me lastima?
Sonríe pensando en la mirada de él, en sus labios, en sus manos:
--es tan dulce... en todo caso lo dañaría yo no diciéndole la verdad... Aquí la que miente soy yo --dice triste.
Guillermo sale del camarote con un sabor agridulce. Se acaricia el labio:
--me besó... me besó...
Está feliz pero también triste:
--no me quiere. Nunca me va a querer como yo a ella... Me ve como a ese amigo especial... como a ese hermano que necesita, un hombro dónde llorar...
Muy triste, Guillermo se acerca a la cubierta. Mira hacia al mar. LLora. El tiempo se le pasa volando. De repente siente como una mano se posa sobre su vientre:
--¿¿porqué lloras?
La voz preocupada de ella lo hace estremecer. Él se gira forzando una sonrisa. Se seca las lágrimas con el brazo:
--se me metió una basura en el ojo...
Ella sabe que no es cierto. Lo ve tan triste que le gustaría darle una oportunidad. Escuchar lo que empieza a sentir su corazón, responder a tanto a amor. Lo mira fijamente. Ambos desean besarse.
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