viernes, 12 de marzo de 2010
Capitulo 17
Blanca está sobre su cama. La llaman por el teléfono.
--sí...?
--hola mi amor...
Es Enrique muy dulce. Blanca se revoluciona toda:
--¿¿tú?
Enrique es muy seductor:
--espero que ya te habrás dado cuenta que no puedes escapar de mi que tú única salida es amarme...
--¡¡lo sabía --dice ella molesta-- sabia que tú estaba detrás de todo esto¡¡ ¡¡¿¿porqué diablos no me dejas salir del país?¡¿¿¡es que soy tu prisionera?¡
--¡¡eso te pasa por querer dejarme¡
--¿¿qué quieres de mí?
--que te dejes amar por mi...
Blanca se estremece al oírlo:
--¿no se da cuenta que no puede ser?
--date cuenta tú que no voy a permitir que luches contra lo que sientes por mí... Si no supiera que me amas no te molestaría más...
--¿y porqué juega conmigo? Yo para usted sólo soy una diversión...
--¿y quien te ha dicho esto?
--¿y cómo debo tomarlo si usted está recién casado?
--ya hemos hablado de eso antes... Eres tú la que me gusta...
Ella llora desesperada:
--¡¡es que no puede ser¡¡
--somos un hombre y una mujer que quieren estar juntos, el resto no importa... hablaremos a mi regreso. No hagas ninguna locura, piensa que te estoy vigilando...
Enrique cuelga dejando a Blanca con una gran angustia. Lo ama pero no soporta sentirse una cualquiera, no soporta sentirse tan presionada. Enrique sonríe. Le divierte ese juego de perseguir a Blanca:
--es ella, estoy seguro que ella es la mujer que tiene que ser en el amor... Mi mujer...
Enrique sonríe enamorado llorando por él.
No tarda en anochecer, Enrique se queda esperando a Sara en la suite de en medio tal y como quedaron pero ella no aparece.
--bueno, la dejaré descansar hoy...
Enrique vuelve a su suite, Sara se queda esperando que él le reclame. En el fondo tenia la esperanza que él sintiera algo por ella y le doliera el plantón. LLora desesperada al ver que nada es como ella pensó. LLama a Blanca. La empleada se altera porqué piensa que es Enrique. Se decepciona al escuchar a Sara. Ésta llora.
--¡¡no me quiere, no me quiere¡
Sara llora por Enrique, Blanca sufre porque siente que Enrique rechaza a Sara por ella y se siente una mala mujer.
En su primer día de luna de miel, Enrique no ha previsto que salgan, él se queda en el hotel. Pasa el día en la piscina, en el bar, jugando a billar... En ningún momento se preocupa porque su esposa no da señales de vida. En la noche la sigue esperando. Fuma hasta que se harta, entonces sí toca a la suite de ella.
--¿¿¡se puede saber qué te pasa??¡
Sara sonríe enamorada:
--¡lo sabía, sabía que en el fondo te preocupabas por mí... que me amabas aunque fuera un poco¡¡ --dice al abrir la puerta.
--¿¿se puede saber qué te pasa? ¡¡estás loca¡ --dice él con desprecio.
--te preocupas por mí...
--¡¡no me preocupo por mi país y tú me tienes que dar un heredero... ven vamos... --dice agarrándole del brazo-- si no te gustó la otra noche esta vez procuraré ser menos brusco...
La dureza de las palabras de él la molesta. Se suelta.
--¡¡no¡
--¿no qué? Ven vamos... tienes obligaciones que cumplir...
--¡¡hacer el amor no es una obligación¡
--en nuestro caso sí... mira si fuera por mi con una vez ya me di el gusto pero necesito un heredero para eso me casé conmigo y tú te comprometiste a darme un hijo así que te exijo que me lo des...¡¡
Muy molesta de cómo la trata y le dice:
--¡¡no me volverás a tocar hasta que me ames...¡¡
Enrique la mira con el rostro desencajado por la sorpresa:
--¿¡estás loca...?¡
--¡¡no me voy a someter a tus caprichos...¡¡¿¿por quien me has tomado?
Enrique no soporta que ella se haga la ofendida porque está seguro que él lo dejó todo claro desde el principio:
--¡¡eres una prostituta que te casaste conmigo por tu maldita herencia...¡¡ ¡¡Así que ahora no te hagas la ofendida que eres igual a una mujerzuela de la calle que se acuesta por dinero por cualquier hombre¡¡
--¡¡no es verdad...¡¡ --llora ella.
Él se reafirma en sus acusaciones con altanería:
--¡¡así es y lo sabes...¡¡
--¡¡no tengo la obligación de darte un hijo¡ --dice ella furiosa.
Enrique furiosa:
--si la tienes... ¿es que no has leído el contrato que firmaste? si no me das un hijo en 3 años todos tus bienes pasaran a mis manos...
--¡¡pues me da igual... quiero el divorcio...¡¡
--¡¡¡no lo harás...¡ ¡¡tú y yo vamos a ser un matrimonio feliz, como mínimo pasaremos estos 3 años juntos así que cuando todos sus bienes sean míos a mi pueblo no le importará tanto que te deje por una mujer que sí me pueda dar un hijo...¡¡
Enrique mira a Sara muy molesto y la deja sola llorando. Enrique vuelva a atrás. Sara suspira con la esperanza que le pida perdón pero Enrique considera que no le tiene que pedir perdón por nada:
--¡mañana salimos a la playa... tenemos que fingir que somos un matrimonio feliz¡¡
--¡¡¡no lo haré¡
--¡¡no voy a permitir que todo el mundo, mi pueblo piense que estamos mal¡¡
--¡¡me importa un rábano todo el mundo y más tu pueblo¡ ¡¡no pienso salir contigo¡¡
Enrique está muy molesto:
--¡¡pues mejor¡¡¡¡Así no tendré que aguantar a una malcriada como tú que bajo ese disfraz de princesa no eres más que una muerta de hambre que no sabes valorar la suerte que has tenido...¡¡
--¡¡pues esta muerta de hambre no entrará en tu juego de mujer feliz y quedarás en ridículo¡ --dice ella furioso.
Enrique dice burlón:
--No te preocupes, me buscaré a otra para que dé lejos nos saquen imágenes que parezca que somos tan felices que no salimos del hotel porqué nos la pasamos haciendo el amor.
--¡¡vete al diablo¡¡ --dice enojada.
Enrique se va riendo lo que enciende aún más la ira de ella. Desea dejarlo pero no puede. Y aunque él cree que es por el dinero Sara sigue a su lado por amor:
--me tiene que amar... me tiene que amar... --se dice ella con desesperación.
Así pasan la luna de miel, él divirtiéndose solo y ella llorando en su suite. Pide todas las revistas, ve imágenes de su esposo besándose con otra mujer a la que no se le ve la cara.
--¡¡malditos... malditos¡¡
Blanca sufre también un ataque de celos:
--¡¡es una mentirosa... se queja que él la trata mal y aquí se ve lo contrario¡¡
Sara se desahoga con su amiga. Le cuenta lo mal que lo pasa.
--pues no parece --dice la otra con amargura.
--No soy yo... es otra... Mi marido tiene una amante con la que se pasea para que de lejos la prensa crea que soy yo...
Aunque por un lado le alivia que su amiga no le mienta pero por otro lado le duele que Enrique sea capaz de algo así:
--¡¡Es un cerdo¡¡ --dice Blanca.
A Sara le sorprende el odio con el que habla su amiga pero cree que es porque la quiere mucho. En realidad Blanca está segura que Enrique sólo quiere pasar un buen rato con ella y que después la dejará como a las otras chicas que tuvo en su cama y le duele porque ella está muy enamorada.
(Aparición estelar: Jonás Berami)
Por su lado, Emilio hace su vida en España, ve a un rubiazo impresionante. Se le pone durísima sólo al ver a ese chico. Es guapísimo, de vintipocos años. Delgado. Bajito. Emilio se estremece cuando el guapo pasa por su lado. Es tan guapo que le duele pensar que no lo va a volver a ver. Se gira y se le van los ojos tras el trasero del chico.
--¡que culo¡ --murmura
Es pequeño pero se le hacen unas arrugas muy sexy.
--¡Es un delito dejarlo ir¡ --dice Emilio para sí.
Quisiera atreverse y lanzarse. De pronto el rubio se gira. Le guiña el ojo.
--¿te vienes?
Emilio está al borde de un infarto. En los días siguientes, toda la prensa saca fotos de los dos haciendo el amor. Emilio sólo sabe de ese chico por la prensa. Además aparece Mariana, supuesta hija del padre de Sara que además ejerce la prostitución. El escándalo en Ascot es grande.
Con ese panorama llegan Enrique y Sara a Ascot. En medio de grandes medidas de seguridad para que la prensa no los acose. Con todo lo que está pasando en España a nadie le sorprende la cara de serios de sus príncipes. Ya no se hablaban de antes pero ahora la cosa esta peor. Nada más llegar al palacio Letizia bofetea a Sara y la insulta por lo que pasó con sus hermanos. Sara está muy aturdida, quiere hablar con Emilio. Letizia la trata con mucho desprecio:
--¡¡ahora me debes lealtad a mí¡ ¡tus hermanos están muertos para ti¡
La reina la encierra en sus aposentos hasta que todo se aclare. No la deja ni hablar por teléfono. Lo que más le duele a Sara es que Enrique no la defienda.
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