miércoles, 17 de marzo de 2010

Capitulo 33






Guillermo se está dando una ducha. El guapo hombre se excita al pensar que Sara está a pocos unos metros. Mientras aclara su bello cuerpo desnudo cubierto de jabón recorriéndolo con sus manos piensa con deseo en los labios de su "Silvia", de cuando rozó sus labios tanto con los labios como con los dedos, de las veces que ella lo ha acariciado... Mientras Sara está cerca de la puerta, al oír como cae la ducha sobre el cuerpo de su amigo no puede evitar dejar de pensar con vergüenza en el cuerpo desnudo de él. Ella misma se reprocha sus sentimientos.
--¡¡no, no...¡¡ ¡¡no puedo pensar en este tipo de cosas...¡¡
Aunque no quiere sentir nada por él no puede evitar que le guste, que se empiece a sentir atraída por él.
--No pasa nada... que me guste no quiere decir nada... Es muy guapo y pasamos mucho tiempo juntos... Me gusta... pero la cosa no pasa de ahí...¡¡nada más...¡
Ya no se oye la ducha, hay un silencio. Sara se lo imagina desnudo (ya que sabe perfectamente como es) secándose con una toalla. Su corazón late con fuerza cuando oye la puerta.
--¡¡ya sale... ya sale...¡
La princesa se excita al pensar que el guapo hombre pueda salir medio desnudo. Se decepciona al ver que sale en pantalón de chándal y una camiseta. Va descalzo.
--¿tienes sueño? acuéstate si quieres... Yo espero un rato y luego me meto en la bañera...
--insisto en que no vas a descansar... después de horas navegando sin dormir mereces descansar...
--sí pero no podemos pedir otra cama y tú acabas de dar a luz... también tienes que descansar...yo estoy acostumbrado a dormir en cualquier lado... No te preocupes por ti...
Sara lo acaricia y los dos vibran.
--claro que me preocupo por ti. Mi vida y la de mi hija depende de ti...
Guillermo la mira con cara de bueno:
--¿sólo por eso?
Sara le acaricia en la cabeza:
--eres la persona más especial que hay en mi vida... bueno sin contar a mi hija...
La mirada de ella lo hace temblar, parece que el corazón se le va a salir del pecho. La piel de ella empieza a sentir por la de él. Le baja la mirada, se aparta de él. Con timidez ella dice:
--me niego a que duermas en la ducha... Además... ahora está todo mojado...
--bueno, si no te molesta puedo dormir en el suelo...
--No me parece... mira no sé pero la cama es grande... tienes que descansar...
Guillermo la mira pícaro:
--¿que me estás proponiendo?
Ella no quiere que él piense que es una perdida:
--que duermas en la cama junto a mí... ¡¡pero sólo dormir por tu comodidad... nada más¡
Sara está muy nerviosa, Guillermo cree que no le apetece dormir con él:
--mejor no... no quiero que te sientas mal...
Sin mirarlo a los ojos ella dice:
--hazlo ni que sea por mi, porque me interesa que esté más descansado... digamos que es un favor más que te pido...
A Guillermo le excita dormir con la mujer, es casi un sueño pero le da pena que ella no le dé la misma importancia que él.
--tampoco pasa nada... la cama es enorme y ni nos vamos a tocar --dice ella muy nerviosa, a ella también le excita la idea de dormir con su guapo amigo pero no se atreve a decirle nada.
Guillermo agarra la gran almohada de matrimonio y él la ponen en vertical en medio de la cama:
--para evitar accidente y que estés más tranquila... así no nos tocamos... tú en tu lado y yo en el mío...
Ella quiere dormir abrazada a él pero tiene miedo y no se atreve a proponerlo. Guillermo jamás pensaría que los sentimientos de Sara así él está cambiando al principio de su aventura y cuando son muchos días enteros los que tendrán que pasar los dos solos. La pareja de amigos que él la ama y a ella cada día le gusta más se mira con timidez:
--bueno, en realidad tienes razón... yo estoy rendido... me voy a meter a la cama --dice él.
--mientras yo voy al baño a cambiarme...
--si claro...
Él se da la vuelta.
--Guillermo...
Él se gira:
--me puedes llamar Guille...
Ella le sonríe y le da un beso muy cerca del labio. Luego ella se encierra en el baño. Ese beso estremece a los dos. Guillermo mira a la bebé:
--mi hija, eres mi hija... Ante la ley eres mi hija...
Le da un beso a la pequeña:
--Díos ¡¡cuanto amo a tu mamá pero ella no me hará caso... ¡
Tras la puerta del baño, Sara ha escucha la confesión del hombre y su corazón palpita con fuerza. No ve como el rostro de él se llena de lágrimas. Guillermo se mete en la cama. Está rendido y se queda dormido en seguida. Está con la luz prendida. Sara sale en camisón. Lo mira fascinada.
--que guapo es... ¡parece un ángel¡
La mujer se acerca con fascinación. Él duerme, ella lo acaricia y sonríe hechizada.

El pueblo de Ascot llora a su princesa en un multidinario entierro en la catedral de su capital. Pero en todos esos millones de personas que siguen el recorrido del féretro por las calles de la ciudad sólo hay un llanto sincero, el de Emilio que llora a su hermana. El hermano de la princesa sigue la procesión del féretro pero en última fila.




Mientras, ya con su pasaporte falso, Guillermo y Sara (que se ha teñido el pelo a negro) con su pequeña en brazos registran a la pequeña Diana del Mar Winted como hija de Guillermo y una mujer que no existe, una mujer con la identidad que Sara tiene en su falso pasaporte. Una identidad tan falsa como la que ella ha presentado a su amigo, la de Silvia. Luego los 3 llegan al yate. Guillermo saca el ancla y ambos prosiguen con su aventura rumbo a España. En mar y por el camino más largo tardarán varios días en llegar.

Ajena a los rezos de su hermano, Sara es feliz junto a Guillermo surcando los mares. Alejándose de la costa inglesa. Rumbo a España que aún queda muy lejos. Ella lleva el timón mientras que Guillermo a su lado juega con su pequeña hija. Los dos se sonríen. A veces ambos se sienten como si estuvieran de luna de miel.






Menos suerte tiene Blanca, la joven es dada de alta del hospital. Enrique está a su lado pero ella está muy triste. De negro riguroso y por petición de ella, Enrique la lleva a la tumba en la que ha sido enterrado ese bebé que le hicieron creer a él que era el fruto de sus cuerpos. Ella llora de rodillas acariciando la lápida con las letras "Amor, en recuerdo de tus padres•. Enrique pone flores.
--¿porqué ha tenido que pasar esto? --llora ella-- ¿¡porqué nuestro hijo?
Enrique detrás de ella le pone las manos en los hombros:
--eso nunca lo sabremos pero no todo está perdido... tenemos nuestro amor... ¡¡nos amamos¡
Blanca y Enrique no hablan de lo que ha ocurrido esa noche. Él cree la versión de su madre y Blanca, aunque ante esa tumba, se resigna y cree que su hijo ha muerto. Llora llena de culpa y rabia:
--todo es mi culpa, es un castigo por amar a un hombre que no es mío, siempre llevaré en mi consciencia la muerte de Sara...
Blanca se siente culpable porque era su amiga y porque siente envidia que su hijo sea el que vivió. Piensa que pudieron morir los dos. Esa es la culpa de la que habla pero Enrique está convencido que es porque todo pasó como le contó su madre.
--ven, vamos a casa...
--¿te puedo pedir un favor?
--si claro...
--quiero volver a Calabria...
--si unas vacaciones te irán muy bien...
Con amargura Blanca dice:
--no volveremos a vernos...
Eso es una puñalada para el guapísimo príncipe. Se muestra desesperado:
--¡¡no, no me hagas esto¡ ¿¿porqué me quieres dejar?
--a ti no te duele que mi hijo haya muerto porque tienes tú heredero porque ha sido mejor para ti...
--¡¡no digas eso... yo amaba a esa niño y me duele tanto como a ti¡
Blanca lo bofetea:
--¡¡pero tú tienes a tu hijo y yo no¡¡
Enrique la mira lloroso:
--te juro que hubiera preferido que su madre se llevara a su hijo y que estuviera vivo el nuestro...
Blanca lo abraza llorando.
--te amo... te amo... --dice él.
Él por fin reconoce que la ama pero parece que es tarde. Se da cuenta que la está perdiendo y sufre por eso.
--no me dejes... --llora él.
--tengo que hacerlo. No me obligues a quedarme...
--está bien... si quieres irte no te lo impediré... --dice muy triste.
Enrique espera que cambie de opinión pero al llegar al Palacio empieza a hacer las maletas. El bebé no deja de llorar, sus aposentos son los de Sara que están reedecorados.
--¿qué le pasa? –pregunta el príncipe.
--necesita a su madre... –le dice una doncella.
Enrique toma de la mano a la joven:
--ven, quiero que conozcas a mi hijo...
--No... no...
Nada más estar frente a la cuna de su hijo, Blanca siente una punzada en su corazón. Es cómo si supiera que es su hijo. Lo toma en brazos. El bebé se calla. Blanca lo besa.
--que ricura…
Enrique sonríe:
--te ves tan linda...
El príncipe acaricia la cabeza de la joven:
--ayúdame a cuidarlo, mi hijo necesita una madre...
Blanca mira al pequeño príncipe con amor:
--tu madre te buscará una princesa --dice con celos a Enrique sin dejar de mirar al bebé.
--Yo no me pienso casar con nadie... Sé que no es justo para ti pero alguien tiene que encargarse del niño, criarle... ¿no lo harías tu?
Ese pequeño ya le ha robado el corazón a Blanca, el niño reconoce a su madre. Busca con desesperación un pecho. Como si ella también se diera cuenta que es su hijo, ante la emocionada mirada de Enrique, Blanca se desabrocha un seno y da de amamantar al hijo de su amado. Enrique llora de emoción. Aunque está dolida se da cuenta de lo mucho que lo ama Blanca al punto de alimentar con su leche al hijo de Sara. Enrique mira la escena con emoción sin sospechar que Blanca está dando el pecho a su propio hijo.

Mientras Sara se olvida de todo al lado de Guillermo. A los dos les encanta el juego de fingirse un matrimonio cada vez que llegan a un puerto. Bajan a estirar un poco las piernas, a comprar provisiones. Guillermo se aleja con la niña a la que lleva en una mochila a su espalda para que Sara compre tranquila. En la tienda en la que están hay de todo. Guillermo pasa al lado de las revistas. En todas están en portada el entierro de Sara. No hay fotos de Sara pero sí del ataúd, de Enrique... Guillermo está acostumbrado a pasar de las revistas. No las mira. Pide por un teléfono. Llama al móvil de su amigo.
--¡¡Enrique...soy yo¡
--¡¡Tío, ¿¿dónde te has metido??¡ ¡¡te necesito... no sabes lo que ha pasado...¡¡

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