Sara se acerca a los aposentos de su amiga. Llama a la puerta. Blanca se sofoca.
--¡¡es él... es él¡
Lo desea pero sabe que no puede ser. Muy excitada y con ganas que se repita ese beso que tiene clavado a fuego en sus labios dice:
--¡¡no... no... ahora no¡
Sara entra sorprendida.
--¿qué te ocurre?
Blanca mira a su amiga con vergüenza, también con decepción. Blanca mira a Sara con culpa por haber besado a su marido.
--¿qué ocurre?
--No nada... ¿y a ti?
Sara se sienta en la cama.
--estoy tan confundida... Hice el amor...
Sara está radiante y a la vez triste:
--y aunque soy feliz porqué lo he conocido, porque me he unido a él, porque soy su mujer... No ha sido como yo esperaba... No sé tan brusco, tan frío... ¡¡Era mi primera vez y se fue... me dejó y hasta ahora ha dicho que no lo moleste... ¡¡estoy tan confundida¡¡
Blanca siente mucha culpa de que Enrique haya descuidado a su amiga por ella... Las dos amigas pasan horas hablando. En ese momento entra Enrique sin llamar y con unas rosas:
--mi amor...
Es un mi amor y unas rosas para Blanca. Enrique y Blanca se miran con miedo. Ella está emocionada porque sabe que las flores son para ella. Enrique no sabe qué hacer pero no hace falta porque Sara está feliz por ese gesto de su esposo que ni imaginaría que no son para ellas. Agarra las rosas y dice:
--¡mi amor, que felicidad¡
Sara besa a su esposo en los labios, él no responde a ese beso. Le duele el dolor de Blanca, sus celos. Sara está feliz, segura que todo va a ser como siempre soñó. Las rosas están acompañadas de una tarjeta que la princesa toma con emoción:
--¡¡tarjeta y todo que romántico eres¡¡
Blanca mira a Enrique con miedo, teme que todo se descubra en ese momento. Ella se siente ya una mujer adúltera, la amante del rey y le da mucho miedo pensar que va a ser despreciada por eso. Enrique trata de sacarle la tarjeta a su esposa de la mano:
--es una tontería, me da pena que la leas...
Sara lo mira con ternura:
--eres un dulce pero quiero leer lo que me has escrito...
Con la mirada Blanca le suplica a ese hombre que haga algo, Enrique tiene miedo de delatarse así que mira a su amada con cara de resignación y le deja a Sara que lea la tarjeta. Sara abre la tarjeta con emoción para saber lo que le ha escrito su esposo. Abre el sobre que contiene una tarjeta que dice: “perdón por lo de anoche espérame a que vuelva.”
Sara siente que Enrique le pide disculpas por haber sido brusco la noche antes. Lo abraza y lo besa:
--mi amor... ¡¡no pasa nada¡ ¡¡era la primera noche, estabas cansado¡¡ ¡¡la luna de miel será maravilloso¡
Enrique se siente incómodo, le duele sentir los celos de Blanca y tampoco entiende la aptitud de su esposa pero no dice nada porque lo que quiere es no alargar más esa situación. Agarra del brazo a su esposa, mira con amor a Blanca.
--ven, vamos no molestemos más a Blanca --dice brusco.
Sara está sorprendido porque de nuevo su marido es dulce después de ese gesto romántica aunque piense que tal vez sea un hombre que no demuestra sus sentimientos, está segura que van a ser muy felices. Mientras salen de la recámara dice:
--Una cosa... ¿porqué te tenía que esperar? No lo entendí... ¿porqué ponía eso la tarjeta?
Enrique se gira y le guiña el ojo a Blanca. Ella sabe que ese mensaje era para ella. Enrique inventa una excusa rápida:
--bueno es que te quería dar la sorpresa, le iba a dar las flores a Blanca... --se da cuenta de lo redonda que le está saliendo la excusa y eso lo anima-- ¡¡por eso entré en su recámara...¡ ¡¡te pedía que me esperaras hasta que yo acabara de arreglar algo...¡¡
Sara se queda tranquila, Enrique mira de reojo a Blanca. Ésta lo ignora. Le ha dolido ver la facilidad con la que miente.
--¡¡para él todo es tan fácil... una vida de engaños... de mentiras¡¡ ¡¡eso es lo que me ofrece¡¡
Blanca se tumba sobre la cama y llora. Ama a un hombre que quiera hacerla su amante y eso la hace sufrir.
Enrique le indica a un empleado que le diga a Sara que la espera en el salón. El matrimonio ya va a ir a su luna de miel. Sara baja las escaleras, Enrique se decepciona porque no ve a Blanca. Sara abraza a su amado, lo besa. Él no hace sino mirar a las escaleras.
--¿ocurre algo?
Enrique fuerza una sonrisa:
--No, nada... ¿qué va a pasar?
--¡¡estoy tan emocionada... tan feliz por nuestra luna de miel¡¡
Enrique se muestra distraído, le sorprende todos los gestos cariñosos de su esposa.
--¿vamos? --le pregunta ella al verlo paralizado.
--sí bueno, pero supongo que te vas a querer despedir de esa chica... tu empleada... Blanca es que se llama ¿no?
--No, Blanca y yo ya nos despedimos... Yo creo que a ella le da pena contigo... aún no está acostumbrada a ti...
--si claro... será eso...
A Enrique le duele mucho que Blanca no haya querido despedirse de él. Se va con Sara no deja de mirar atrás. Justo al meterse en el auto Enrique ve a Blanca que los mira por la ventana escondida tras las cortinas. Enrique sonríe y le guiña el ojo. En el auto Sara abraza a su marido, éste se aparta de ella:
--¡¡ya, cuando no haya gente no hace falta que finjas¡
Sara no entiende nada:
--¿de qué hablas?
--¿¿cómo de qué hablo?¡ me parece muy bien que ante la gente te finjas una esposa amorosa... a la gente le gusta eso que parezca que nos amamos pero tú y yo sabemos cual es la verdad...
Sara está recibiendo la decepción de su vida.
--¿¿cual verdad?¡
Enrique no entiende su sorpresa:
--¡bueno lo nuestro fue un contrato que nos convenía a los dos... el único contacto que tenemos que tener es en la noche para tener hijos aunque también no lo podemos pasar bien...
A Sara le duele la cara de depravado de él:
--¡has sido el primero¡
--si claro, es lo que se espera de una princesa... No me iba a casar con una perdida que me iba a dar un hijo de cualquiera...
--¿entonces no me amas?
--¿¡¡estás loca?¡ --incrédulo-- ¡claro que no te amo como tú no me amas a mí¡¡ ¿¿o es que te has creído la mentira??
Sara está muy dolida:
--¡¡para el auto... yo no voy contigo a ningún lado¡¡
--¿¡pero qué dices?¡¡ ¡¡no seas una loca¡¡
--¡¡me quiero bajar¡¡
Enrique la mira muy molesto:
--¡¡eres mi esposa y harás lo que yo diga... cuando no estemos delante de la gente seremos unos extraños, sólo tienes la obligación de darme un hijo varón por el resto me importa bien poco lo que hagas pero la luna de miel es algo obligado, con que nos vean juntos un par de veces da igual lo que pase después...¡¡¿¿¡entendido?¡
Sara no contesta, su alma sangra. Por su lado, Blanca con una maleta de mano deja el palacio decidida a abandonar Ascot para siempre. Mientras Enrique y Sara llegan al aeropuerto. Los esperan gente. Enrique agarra del brazo a su esposa y le dice amenazante:
--espero por tu bien que sepas lo que haces...
Sara se siente muerta por dentro.
Blanca llega al aeropuerto de Ascot pero un guardia le dice que sus papeles no están en regla y no puede salir. Está muy sorprendida.
--¿¿cómo?
Ella les muestra sus documentos:
--todo está perfecto, con estos papeles entré... Soy amiga de la Princesa de Ascot, tengo...
no la escuchan y Blanca tiene que volver atrás tras un desesperado intento de huir de los brazos de ese hombre que tanto ama.
Enrique y Sara llegan a Cancún. Él es muy frio con ella. Han reservado toda una planta sobre para ellos, una suite para él, otra para ella, otra en la que se encontraran en las noches y el resto para su escolta. El príncipe le da a su esposa las indicaciones de las salidas que tienen qué hacer para fingir que su matrimonio va bien y a la hora en la que se encontraran en la noche en la suite de en medio. A Enrique le sorprende la mirada de dolor de Sara.
--¿y a esta que le pasa? me mira como si yo la hubiera traicionado... Ni que yo la hubiera engañado. Parece una novia decepcionada, ni yo que algún día hubiera sido su novio.
De todas formas olvida pronto a Sara porque hay otra cosa que le preocupa más. Cuando está a solas en su suite llama por su celular a un hombre al que pregunta por Blanca.
--¿qué pasó con ella?
--tenía usted razón, quiso escapar pero no la dejemos salir...
Éste sonríe porque ha frustrado sus planes, pero le da rabia pensar que la joven haya querido huir de sus brazos.
--¡¡no debe salir de la ciudad bajo ningún concepto¡¡
--no se preocupe...
Cuando cuelga el príncipe está dolido. Se acaricia el labio pensando en el beso que los unió:
--vas a ser mía... yo no voy a renunciar a la única mujer que me mueve el piso.
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